Al entrar, me dirijo rápidamente al lavabo. El espejo muestra una chica algo pálida y con aspecto de cachorrillo abandonado. Las gotas resbalan por mi frente. Estoy empapada, pero, en cambio, no me importa. De hecho, no puedo dejar de sonreír. Tantos días grises me estaban agobiando, necesitaba caminar, despejar la mente y el espíritu. Sentirme libre, aunque sólo pueda ser de manera momentánea. El sol no ha querido acompañarme en mi paseo, así que he tenido que conformarme con caminar bajo el dulce aguacero. Pero ha funcionado. Estoy mucho más animada, me siento mejor.