sábado, 18 de mayo de 2013

Crítica de 'El gran Gatsby'

Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio) y Daisy (Carey Mulligan) en una escena de la película. Crítica El gran Gatsby. LA TAQUILLA. Making Of

Valoración



Excesiva y extravagante. Así es la nueva adaptación de la novela homónima de Scott Fitzgerald, dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Carey Mulligan y Tobey Maguire.

La película nos lleva hasta los felices años veinte, época de excesos y de nuevos ricos, de fiestas sin fin y de alcohol clandestino. Jay Gatsby (DiCaprio) es uno de los hombres más ricos de Nueva York. Toda la ciudad acude a sus grandes fiestas y conoce los rumores que circulan sobre él, pero nadie sabe de dónde procede su fortuna en realidad. Nick Carraway (Maguire) llegará a Long Island y se convertirá en el vecino de al lado. Pronto se dejará arrastrar por el misterio de Gatsby e irá conociendo, poco a poco, muchos de sus secretos, como, por ejemplo, que tras la fachada de gentelman se esconde un hombre solitario e infeliz que lo único que desea es recuperar a Daisy Buchanan (Mulligan), su amor de juventud, que se ha convertido en la esposa de otro hombre.

Luhrmann apuesta por el color, el exceso y la extravagancia para hacer entender al espectador que para Gatsby, un hombre que se ha hecho a sí mismo partiendo del ideal que tenía de su vida desde la infancia, nada es ni suficiente ni demasiado. Realización muy cuidada, sobre todo en la primera parte, planos medidos y escenarios a todo color nos invitan a adentrarnos en una gran experiencia visual que marca el ritmo de la historia. A través de los excesos de los personajes, de las fiestas desmedidas y del lujo por el lujo nos sumergimos en la sociedad en la que se desarrolla la trama, esa clase alta de Nueva York tan diferente a los habitantes de las minas que también aparecen en la película.

DiCaprio se transforma en el perfecto gentelman, haciendo una interpretación magistral de un hombre que, aún teniéndolo todo, no es capaz de conformarse. Tobey Maguire no se queda atrás en su papel de Nick, convirtiéndose en el narrador perfecto para la historia. Quizá la que más chirría en el plano interpretativo es Carey Mulligan, marcando a Daisy de inexpresiva pero, en cambio, encajando perfectamente junto a sus compañeros de reparto.

El largometraje tiene ritmo y no permite que el espectador sea consciente del tiempo que lleva sentado en la butaca, aunque bien es cierto que la historia decae un poco en lo que podría ser la segunda parte de la trama, pasada la fase más visual y espectacular de la película. Aún así, el final retoma un poco ese toque tan característico del principio y cierra el film de manera correcta.

Una nueva visión de El gran Gatsby que, guste o no, seguro que no deja indiferente.


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